Construyendo una economía de las pasiones

August 15, 2007 – 1:16 am

Hay una serie de intereses conflictivos que no logro reconciliar. Por un lado, está el tema de las emociones y su papel en la toma de decisiones: es un tema que considero cargado de implicancias sociales que me llevan al asunto en primer lugar. Pues, ya que nos encontramos rodeados de información que busca condicionar nuestras emociones, y éstas tienen un rol preponderante en la manera como actuamos, entonces es pertinente entender esta dinámica para entender por qué actuamos como actuamos.

Porque nuestra conducta es para muchos asuntos plenamente irracional. No es ya novedad que nos encontramos amenazados por múltiples frentes con el alto riesgo de desaparecer del planeta; y aunque la solución a algo así no es fácil, ni siquiera la inminencia de la desaparición es capaz de generar la voluntad política para un cambio fundacional. Pareciera, sí, que en algún punto la evolución dio un salto cualitativo para permitir que los seres humanos tomemos decisiones, justamente, de manera no evolutiva, es decir no según los criterios de la selección natural. La evolución es azarosa e inmediatista: de una multiplicidad aleatoria de mutaciones posibles, permanece aquella que mejora la capacidad reproductiva del organismo, siempre un paso a la vez y sin una cuestión teleológica, orientada hacia algún fin específico, de por medio.

Pero los seres humanos tenemos el rasgo distintivo de poder relacionarnos con el futuro, de poder planificar, plantearnos objetivos y maneras de conseguirlos. No probamos mutaciones aleatorias, sino que podemos mitigar el azar y buscar procedimientos más o menos específicos. De este rasgo surge la posibilidad de que construyamos no una, sino muchas culturas, a partir de diferentes condiciones ambientales y decisiones tomadas.

Al hacer esto, sin embargo, no descartamos el aparato evolutivo, simplemente lo complementamos. Pero muchas de las mismas reglas siguen en juego: como aquella que favorece conductas que repercuten favorablemente en la supervivencia y reproducción de la especie, y viceversa. Aún con ello, la cultura que hemos construido parecería haber puesto en suspenso aquella condición supervivencial, pues ha desarrollado una estructura social que, de hecho, perjudica la supervivencia de la especie y su capacidad reproductiva, al punto de amenazar su continuidad.

Vincular evolución y cultura es complicado porque uno tienta con los linderos del darwinismo social, y ése nunca es un buen cMono tomando coca-colaamino. Es complicado utilizar esta línea argumentativa para decir algo así como que la cultura debe evolucionar. Pero sí puede servir para señalar la contraintuitividad de nuestra situación actual, que básicamente está poniendo en suspenso nuestra capacidad para relacionarnos con el futuro y reemplazándola con una máquina de promesas y deseos cortoplacistas que se muestra, por donde se la mire, como insostenible.

No logré conectar esto con los demás intereses en conflicto; pero el primero de ellos es justamente la pregunta por cómo podemos ser capaces de poner en orden o priorizar intereses en conflicto, compensando nuestra máquina de deseos con una preocupación por que tengamos un futuro.

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  2. Sep 9, 2007: Invasiones Bárbaras » Sobrevivir en el mundo real para dummies

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