Emociones, decisiones y capitalismo

August 2, 2007 – 1:24 am

emociones.gifHace unos días publiqué en mi blog un artículo bajo el título de “Anatomía de un problema contemporáneo”. ¿Cuál es este problema contemporáneo? El exceso o la sobrecarga de información en la que estamos inmersos, la cual, sin querer sonar de ninguna manera ludita, básicamente hace que todo deje de tener sentido. Esto porque mientras más elementos tratamos de mantener en el aire haciendo malabares, más difícil se nos hace concentrarnos y mantener el enfoque en cualquier de los elementos particulares, y esto en una sociedad que se jacta de su división del trabajo y de su especialización.

El problema surge no sólo por el hecho de que nos enfocamos cada vez menos en cada vez más cosas -finalmente podríamos anticipar que la evolución se encargue de resolver eso con el paso de algunos miles de años- sino más bien porque nuestra capacidad de decisión o acción se reduce en la misma proporción en que nuestras opciones se incrementan. Barry Schwartz ha llamado a esto “la paradoja de la elección”, Sartre hablaba de “la condena de la libertad” (aunque en un sentido totalmente distinto, pero suena relevante). En esencia, ante el incremento en las opciones disponibles nuestra capacidad de decisión se ve reducida porque somos menos capaces de visualizar el límite óptimo para la recolección de la información que necesitamos para poder tomar una decisión. Si siempre hay más información, simplemente nunca paramos, y si nunca paramos nunca llegamos a decidir nada.

Pero entonces, ¿cómo decidimos? Por lo menos en este contexto, no siempre. Pues pareciera, aunque sigo recopilando la información para sustentarlo (valga la ironía), que sintetizamos nuestros procesos racionales de toma de decisión a través de las emociones. Nuestras reacciones emocionales, más inmediatas, condensan procesos previos, compartidos, de búsqueda de información y de selección de la mejor alternativa, que nos permiten resumir el tiempo y los recursos necesarios para tomar una decisión. Ya que nuestra sociedad divide el trabajo, no todos podemos resolver todos los problemas, sino que resolveremos aquellos relevantes a nuestros intereses y delegaremos los demás a alguien más, cuyas decisiones compartiremos o rechazaremos no tanto por manejar la misma información que el especialista, sino por afinidades más bien emocionales que podamos tener respecto al tema o la persona.

Sin entrar mucho más en detalle, esto es de particular interés por múltiples motivos. Quisiera sobre todo esbozar una línea que me parece entronca con lo dicho en los últimos días tanto por Sara respecto a la difusión de la cultura política como por Rodrigo respecto a la comercialización del arte en Andy Warhol. Si tomamos decisiones a partir de reacciones o afinidades emocionales, como si se tratara de declaraciones de confianza en una creencia, una idea, una postura, o un producto o lo que fuera, entonces el camino para la difusión de estas ideas, como podría ser en la forma de cultura política, sería a través no tanto de la conquista de las mentes, sino de los corazones. Esto, por supuesto, no es mayor novedad, pero sí quizás respecto a su objeto: no suele contemplarse la posibilidad de vender cultura política, difundirla como producto de consumo para a través de ese consumo modificar la conducta y las costumbres de una población. Resulta ciertamente polémico, pero el hecho es que pareciera ser un camino más efectivo para un programa de tal naturaleza.

campbell.jpgEl vínculo con Warhol va por la misma línea. Es en su arte masificado, pop, donde me parece se alcanza una extensión al mensaje mucho mayor que la que se podría tener normalmente. Sus obras encierran mensajes más “profundos”, digamos, o más complejos de lo que aparentan, pero con su masificación y su consumo estos mensajes se cuelan subrepticiamente en las mentes y las costumbres de las personas. Un producto, una marca, una idea, se construye debajo de una gruesa capa de valores, ideales y creencias, y escoger el producto es escoger esas creencias, es compartir una visión del yo ideal. Warhol vio esto y lo hizo relevante en su concepción del arte: algo así como que el consumo nos liberará, nos realizará. Son declaraciones no exentas de controversia, mucho menos de problemas internos, pero creo que meritorias de consideración. Sobre todo si nos detenemos a considerar que, en términos operativos y prácticos, el medio es el mensaje.