El lado oscuro de la luna

July 24, 2009 – 12:38 am

Un excurso, para hablar de música un rato.

En 1973, Pink Floyd lanza el Dark Side Of The Moon. Es, sin lugar a dudas, mi disco favorito de todos los tiempos, con una construcción orgánica que lo lleva de principio a fin, y que, además, conecta los extremos en un círculo que podría prolongarse infinitamente, una especie de cinta de Möbius que podemos recorrer. Durante casi 43 minutos realizamos un paseo musical que es, realmente, una exploración psicológica, un desafío existencial para obligarnos a preguntarnos qué rayos estamos haciendo en este planeta. No como especie o como sociedad, sino como individuos, cada uno de nosotros, preguntarnos qué es lo que queremos hacer con nuestras vidas. Así de intensa es la cuestión, si nos dedicamos a buscarle suficiente significado a la experiencia.

Personalmente, es un disco que no puedo escuchar muy seguido. Trato de mantener esa experiencia especial – escucharlo siempre completo, de principio a fin, en orden, manteniendo la estructura del original, y solamente cuando me siento preparado para hacerlo. Es algo así como intentar mantener el “aura” de la experiencia, como diría Walter Benjamin, e intentar volver sobre ella de cuando en cuando.

El DSOTM es algo así como un paseo a los bordes de la locura. “They have to explain to you why you’re mad, even if you’re not mad”. Es un paseo por el hecho de que vivimos en sociedades donde el sentido se pierde muy fácilmente, hacemos cosas para rápidamente olvidarnos de por qué las hacemos o sin preguntarnos si son realmente las cosas que queremos hacer. Mientras tanto, no tenemos la posibilidad de detenernos un momento para pensar en aquellas cosas que realmente, nos perturban un poco – nuestra relación con el tiempo, la confrontación con la muerte, y demás experiencias que requieren de nosotros un esfuerzo psicológico mucho mayor. De alguna manera hemos construido un mundo que nos esconda, que nos proteja de tener que pensar en estas cosas para las cuales no tenemos realmente por qué tener respuesta, pero el precio que pagamos es que nos vamos volviendo un poco locos, cada vez más, en el sentido perverso de que nos alienamos de la vida misma, de los demás que nos rodean en el camino.

Y ni siquiera nos detenemos a pensar si, realmente, es así como queremos vivir.

El DSOTM, dentro de su ambigüedad y circularidad, nos dice algo así como que no hay que temer volverse un poco loco. Volverse un poco loco está bien, es saludable, es necesario, si uno quiere o pretende ser consecuente con uno mismo. Es casi una consecuencia inevitable, volverse loco, si uno no quiere volverse loco. Y es que, cuando pasamos a entendernos dentro del flujo de la historia y de las cosas que pasan, nos vemos obligados a considerar seriamente lo que estamos haciendo. Eclipse, la última canción del disco, dice así:

All that you touch
All that you see
All that you taste
All you feel.
All that you love
All that you hate
All you distrust
All you save.
All that you give
All that you deal
All that you buy,
Beg, borrow or steal.
All you create
All you destroy
All that you do
All that you say.
All that you eat
And everyone you meet
All that you slight
And everyone you fight.
All that is now
All that is gone
All thats to come
And everything under the sun is in tune
But the sun is eclipsed by the moon.

La imagen me parece perturbadora pero finísima. Es como decir que sí pues, en el gran esquema de las cosas todo cuadra, todo puede tener su lugar y una cierta harmonía. Pero no tenemos, realmente, acceso al gran esquema de las cosas, porque nuestra vista está siempre oscurecida, parcializada, como seres finitos. Estamos aquí, ahora, en este mundo, y las decisiones que tomamos en este mundo son las que importan, por las que nos jugamos hasta volvernos un poco locos y con un poco de suerte encontrarnos con otros en el camino.

En un capítulo de Rayuela, Horacio Oliveira lo describiría de la siguiente manera:

“En el fondo podríamos ser como en la superficie” pensó Oliveira, “pero habría que vivir de otra manera. ¿Y qué quiere decir vivir de otra manera? Quizá vivir absurdamente para acabar con el absurdo, tirarse en sí mismo con una tal violencia que el salto acabara en los brazos de otro. Sí, quizá el amor, pero la otherness no dura lo que dura una mujer, y además solamente en lo que toca a esa mujer. En el fondo no hay otherness, apenas la agradable togetherness. Cierto que ya es algo”… Amor, ceremonia ontologizante, dadora de ser. Y por eso se le ocurría ahora lo que a lo mejor debería habérsele ocurrido al principio: sin poseerse no había posesión de la otredad, ¿y quién se poseía de veras? ¿Quién estaba de vuelta en sí mismo, de la soledad absoluta que representa no contar siquiera con la compañía propia, tener que meterse en el cine o en el prostíbulo o en la casa de los amigos o en una profesión absorbente o en el matrimonio para estar por lo menos solo-entre-los-demás? Así, paradójicamente, el colmo de soledad conducía al colmo de gregarismo, a la gran ilusión de la compañía ajena, al hombre solo en la sala de los espejos y los ecos. Pero gentes como él y tantos otros, que se aceptaban a sí mismos (o que se rechazaban pero conociéndose de cerca) entraban en la peor paradoja, la de estar quizá al borde de la otredad y no poder franquearlo. La verdadera otredad hecha de delicados contactos, de maravillosos ajustes con el mundo, no podía cumplirse desde un solo término, a la mano tendida debía responder otra mano desde el afuera, desde lo otro.

Obviamente no escojo el pasaje aleatoriamente, sino que, en el fondo, es un poco más o menos lo mismo. “Vivir absurdamente para acabar con el absurdo”, es la misma confrontación que tenemos cotidianamente con las decisiones que tomamos que van determinando el curso de los acontecimientos y de la vida que llevamos. A veces, cuando empezamos a desprendernos de lo cotidiano, cuando empezamos a buscar el lado oscuro de la luna perdemos un poco el norte porque nos damos cuenta de que, en el fondo, nada tiene mucho sentido y nunca nos molestamos mucho por darle sentido a nada. Una pena, decimos, y seguimos haciendo aquello que hacemos. Quizás. Pero no, en realidad not so much, en realidad en ese absurdo de lo cotidiano está siempre la posibilidad de romper, y no es que haya que romper con todo, pero hay que parar por un momento porque ya no paramos nunca por un momento y preguntarse por qué estoy haciendo lo que hago.

Por qué no estoy haciendo otra cosa.

Y a veces, o lo que hago o la otra cosa, se da como absurdo, como el absurdo que rompe con el absurdo. No tienen ningún sentido que piense eso, que haga eso, que quiera eso, pero si lo pensara, lo hiciera, lo quisiera, quizás todo tendría sentido. Y, quizás no, realmente es una apuesta que no se puede determinar de antemano.

El lado oscuro de la luna es ese espacio de refugio del absurdo. No donde nos refugiamos del absurdo, sino donde nos refugiamos en el absurdo. Dos pequeños pasajes de Brain Damage:

And if the dam breaks open many years too soon
And if there is no room upon the hill
And if your head explodes with dark forbodings too
I’ll see you on the dark side of the moon

And if the cloud bursts, thunder in your ear
You shout and no one seems to hear
And if the band youre in starts playing different tunes
I’ll see you on the dark side of the moon

Pero a veces, lo absurdo es lo único que tiene algún sentido.

  1. 2 Responses to “El lado oscuro de la luna”

  2. Me pasa algo similar, pero no con el DSOTM sino con el Meddle o el Atom Heart Mother, mis discos favoritos de la banda y a los que solo puedo volver en ocasiones especiales, con la casa sola y oyendolos en calma, relajados y completos.

    By c on Jul 24, 2009

  3. Yo creo que incluso puede formarse una trilogía espectacular si vas del Meddle, pasando por el DSOTM y terminando con el Wish You Were Here. Hay muchos temas y estilos comunes, y una preocupación constante por los límites de la locura en la vida cotidiana y la sombra de Syd Barrett siempre presente.

    Al Atom Heart Mother yo agregaría, además, otro discazo que es el Animals, aunque en ese caso la experiencia ya va por otro lado.

    Pero sí, lo genial es escuchar estos discos en momentos especiales, como que ayudan a atar cabos y darle significado a las cosas. Es una experiencia bizarra, pero genial.

    By eduardo on Jul 25, 2009

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