Invasiones Bárbaras

Andy Warhol. Obra gráfica, documentos y películas

“Se dice que el tiempo cambia las cosas,
pero en realidad es uno el que tiene que cambiarlas”.

Andy Warhol

Ciertamente, en la historia de las vanguardias, el lugar que ocupa la obra de Andy Warhol es cardinal. Él resumió en sus experimentos artísticos toda su cultura consumista, criticándola tanto como abrazándola. Es, por tanto, un verdadero privilegio contar con una muestra suya en nuestra ciudad, que va hasta el 12 de agosto en el Centro Cultural de la PUCP.

Si bien abrumadora, la cantidad de su obra expuesta no va en desmedro con su calidad. De arranque, ante los seductores ojos de una Marilyn Monroe que se niega en su propia representación plástica, pasar por tantas serigrafías y dibujos terminan por absorbernos en un mundo que bien podría ser una película del genial artista norteamericano.

La exposición nos remite a asuntos más contextuales y sociales que personales. En definitiva, la mirada que Warhol logra en sus espectadores es introspectiva pero proyectada sobre el medio; es decir, una autocrítica que se resuelve en el ambiente y no en lo existencialmente ontológico. Un “pienso, luego existo” que deviene en un “compro, luego parece que soy”.

No hay manera de escapar a la significación de su obra; 60s, 70s y 80s que nos descontextualizan hoy para encontrar las raíces de lo que es la cultura globalizada, liberal y norteamericana. La identificación con cada personaje retratado, con cada disco, con cada revista, con cada Warhol que se desmiente en su plástica.

Del hombre que guardó 610 cápsulas del tiempo, hoy sólo quedan cenizas. Pero como dichas cápsulas, su obra guardó lo más íntimo y cotidiano del ser humano: sus glorias fabricadas y sus mierdas acertadas.