Reductio ad statisticam

October 21, 2007 – 3:59 am

El día de hoy, peruanos y peruanas estaremos encerrados en casa debido a un censo nacional. Ejercicio que, por lo demás, está viciado en muchos niveles, incluyendo sus prerrogativas de cerrar todos los establecimientos comerciales y restringir la libre circulación entre las 8 de la mañana y las 6 de la tarde, horas entre las cuales sólo podrán deambular por allí los censadores. Quienes, además, han sido reunidos improvisadamente, y difícilmente se les ha dado la capacitación requerida a “voluntarios” convocados para este propósito.

Todo esto ofrece una serie de problemas. ¿Por qué hacer un censo? O mejor dicho, ¿por qué hacerlo así? Se argumenta que se hace porque el último censo realizado adolesció de una serie de problemas técnicos por haberse hecho apresuradamente y por motivaciones políticas. Y sin embargo, la solución es hacer un censo apresurado y por motivaciones políticas. ¡Eso no tiene ningún sentido! Pero al parecer el gobierno espera que seamos dóciles borreguitos y nos creamos el compilado de patrañas que quieren vendernos esta vez.

Soy de la firme convicción de que, en pleno proceso de crecimiento económico, estamos descubriendo en la práctica que el Perú no tiene ni la menor idea de cómo crecer. A lo largo de nuestras múltiples crecidas estacionales en la historia, hemos reafirmado esta incapacidad, desperdiciando nuestras contadas aunque repetidas oportunidades en explotaciones cortoplacistas en lugar de en la construcción de un proyecto a largo plazo. La relación entre este problema y el censo parece trivial, pero no lo es: es justamente esta incompetencia, esta falta de visión y articulación de amplio alcance al hacer las cosas, la que finalmente termina por sumirnos en lo más profundo del tercermundismo.

Por allí he leído que la única motivación del gobierno por empujar neciamente este censo sería blandir cifras que muestren la efectiva reducción de la pobreza (que por lo demás no es ni por asomo únicamente un méritod de la política actual). En el camino, sin embargo, para hacer eso tiene que reducir a la población a la mera estadística. Aunque es cierto que la estadística es una herramienta sumamente podersa, incluso indispensable, a la hora de tomar decisiones respecto al diseño de políticas públicas, es de suma importancia entender que la realidad no se agota en el número, en la estadística. La media aritmética no refleja la mayoría, ni lo mejor posible, ni lo mejor para todos: lo único que revela es justamente eso, la media aritmética. Y así con todas las demás relaciones que puedan inferirse.

Aún con todo, no me parece que estemos viendo mucho más allá de la estadística, de concentrarnos en las condiciones de vida de un hipotético e inexistente ciudadano promedio en lugar de enfocar y considerar la multiplicidad de condiciones de vida efectivamente existentes de 28 millones de ciudadanos efectivamente existentes. Supuestamente estamos reduciendo 28 millones de personalidades a un compendio de estadística porque así se vuelve más manejable. Tratemos de no olvidar que la pérdida de significado en la que incurrimos al hacer esto es casi del 100%.

Tratemos de recordar también, durante las 10 horas que estaremos encerrados inútilmente, que este censo (al menos tal y como se llevará a cabo) es estúpido.

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