Los límites de la racionalidad en la acción política y en la organización colectiva

May 27, 2007 – 5:59 pm

Por Sara Zubillaga. 

Entendemos como racional aquella decisión tomada, con un grado de información pertinente, evaluando que el costo será menor al beneficio, aportando así satisfacción de nuestros deseos. Sin embargo, no siempre decidimos racionalmente, y si así lo hiciéramos eso no garantiza que la decisión finalmente sea correcta, es decir, hay múltiples fallas, márgenes de error por falta de información y está hasta la intervención del azar.

Entonces, me parece importante estudiar este tipo de toma de decisiones en la acción política porque primero, supone aparentemente una actitud desinteresada por parte del individuo al organizarse en un colectivo, partido, grupo o lo que fuere; además manifestarse y buscar cambios de lo que considera justo y beneficioso no para sí mismo, o al menos no primordialmente, sino para un conjunto de personas.

La gran pregunta es si hay o no una actitud racional, si la hay en que falla y si no fallara sino sirviera a otros intereses distintos a los ideales, lo importante sería analizar el valor del factor tiempo y espacio en el que se asuman los costos y se busquen los beneficios. Por otro lado, también se puede dar que la tendencia fuera no tomar decisiones racionales en política (como muchos podrían suponer a sola vista de cómo se desarrollan los hechos en el escenario político de modo tragicómico); entonces valdría la pena el análisis de las motivaciones que impulsan a que se consideren más relevantes factores como el azar, las pasiones, el desinterés por la búsqueda de información, las identidades, etc. Finalmente lo complicado del tema que aún no resuelvo es acotar esto en el tiempo y el espacio a un caso, pero espero resolverlo pronto.

  1. 2 Responses to “Los límites de la racionalidad en la acción política y en la organización colectiva”

  2. La racionalidad, a mi parecer, suele ser una de las actitudes más subjetivas que existen. Entonces, un estudio de sus límites en la acción política (ámbito donde supondría más bien una nominación compuesta: racionalidad objetiva) y en la organización colectiva (lo colectivo exige ser medianamente objetivos o, al menos, articulada y consensualmente objetivos) merece una introspección personal sobre quienes ejecutan u organizan la política.

    Así, la psicología detrás de las decisiones (bien o mal tomadas, dependiendo del parcializado cristal con que se mire) se establecería como el punto arquimédico que moverá cualquier conclusión sobre el tema que, estando basado en ejemplos reales, conllevará reflexiones individuales que chocarán, como en la religión o en el fútbol, y contextualizarán perfectamente tu trabajo.

    De arranque, quisiera pensar que siempre nos gobierna una actitud racional; el problema está en las razones más que en la actitud. Tiempo, espacio, costo y beneficio vs. el azar, las pasiones, el desinterés por la búsqueda de información, las identidades… yo tengo mis apuestas hechas.

    By Rodrigo on May 28, 2007

  3. Más que en política, pareciera que no se toman decisiones racionales, punto. Aunque eso es muy amplio: en realidad, las condiciones ideales de racionalidad rara vez se cumplen como para poder apoyarnos en ellas como algo que no sea un uso regulativo pero fácticamente inalcanzable.

    Es decir, raro, sino inexistente, será el caso en el que un individuo desprejuiciadamente se detenga a evaluar la información disponible y tomar decisiones racionales en función a ellas obedeciendo a ciertos principios de economía o racionalidad ideales. En la práctica, incluso para decisiones estrictamente personales, parece ser mucho más complicada y menos estructurada. De hecho, en la mayoría de los casos pareciera tratarse de situaciones de racionalidad imperfecta en grados variables.

    El asunto va en gran medida por querer tomar la racionalidad como un fenómeno aislado, lo cual no parece ni siquiera funcionar en el ámbito teórico, a pesar de haber sido uno de los más marcados prejuicios de Occidente. El otro problema va por el lado del autoconocimiento: la racionalidad perfecta/ideal presupone la transparencia absoluta de los deseos y creencias del sujeto al sujeto mismo, es decir, que uno más o menos sabe lo que quiere, lo cual parecería no ser cierto en la mayoría de los casos. El proceso de autoconocimiento que requiere una racionalidad debidamente aplicada es algo que, en principio, ni siquiera tenemos tiempo de realizar a cabalidad. Y sin el conocimiento y la consciencia de los intereses y objetivos dentro de los cuales nos manejamos, la acción indiviudal o colectiva se vuelve anárquica e irrelevante porque no hay nada hacia lo cual tender.

    ¿Entonces? Se me ocurre en principio decir que el asunto va más por el lado de hacer que la gente sepa lo que quiere, a nivel personal y antes de pensar en otros factores. Sin ese conocimiento, uno no puede ni saber qué batallas debe luchar, y cuáles dejar pasar, y qué asuntos le afectan a uno más cercanamente como para jugársela por ellos.

    By Eduardo on Jun 11, 2007

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