¿Quién es dueño de la cultura?

October 9, 2008 – 10:56 pm

No sé bien cómo plantear esto, tengo muchas ideas demasiado mezcladas. La cosa es así, empezaré con un poco de Lessig, disculpen que esté en inglés. Ésta es la última vez, estrictamente, en que Lawrence Lessig dio su charla de cultura libre.

Esto es un debate que en realidad no existe en el Perú, más que en algunos blogs, y uno que otro recoveco similar. Aquí se juega gran parte del sinsentido capitalista que hoy vemos/no vemos colapsar: en este frente se juega el debate respecto a quién es dueño de la cultura, quién tiene derecho a crearla, y en qué terminos se está permitido consumirla. Pero estas decisiones no las estamos tomando los ciudadanos como productores y consumidores. Las están tomando grandes conglomerados mediáticos -los grandes aparatos de las industrias culturales- no para favorecer la creación e innovación en la cultura, sino simplemente para preservar sus márgenes de utilidad en la mayor medida de lo posible.

El resultado es que el ciudadano no importa nada. La legislación, el sistema cultural, se construye en torno a estos intereses bastante específicos, pero bastante voluminosos. En Canadá, el partido conservador ha propuesto reintroducir un proyecto de ley de propiedad intelectual que protege los derechos de los grandes productores y restringe los derechos de los consumidores, a pesar de que el proyecto ya fue derrotado una vez por el público. Es decir: el aparato político se mueve en contra de la voluntad popular que lo legitima, para respaldar el poder económico que lo financia. Es la lógica de las industrias culturales en su peor sentido, como engaño de masas, como hacerle creer al público que eso es lo que realmente quieren.

Pero Boing Boing tiene mucho más para nosotros hoy. En Nueva Zelanda, la ministra a cargo de la propiedad intelectual le grita a los ciudadanos por criticar una ley que, favoreciendo a los distribuidores de contenido, penaliza a consumidores que descarguen contenido pirata por Internet, quitándoles el acceso a Internet de modo permanente. Básicamente les dice: no importa que ustedes hayan querido seguir el procedimiento adecuado para este tema, canalizando sus intereses por donde es debido. La voluntad del gobierno es otra, y vamos a seguir por este camino.

Y ésta es, creo, la más perversa: la versión Blu-Ray de “La Bella Durmiente” requiere que los niños acepten un contrato legal de más de 120 páginas para poder verlo. Es decir, ahora desde niños, los futuros ciudadanos se verán asimilados a la idea de que ellos no tienen derechos frente a su propiedad, frente a la cultura, sino que sólo algunos tienen derecho a producirla, y ellos sólo algunos derechos para consumirla, en los términos que los distribuidores digan. El futuro es bien oscuro.

¿En el Perú? Estamos tan lejos de ser una potencia cultural que este tema ni siquiera cobra protagonismo. Hemos asumido resignadamente nuestro lugar de eternos consumidores. Lo cual, claro, es nefasto. Éste tema tiene que estar en la agenda de cualquier proyecto de Ministerio de Cultura. Soy demasiado iluso, claro, si asumo que lo estará de un modo que no sea para favorecer a la inversión privada que salvará el Perú. Así que es otro tema en el cual tendremos que buscar la manera de abrir campo y lucharla un poco, con todo en contra: los tratados de libre comercio que venimos firmando, sobre todo con EEUU, básicamente nos condicionan a modificar nuestra legislación en materia de propiedad intelectual para volverla más acorde con la legislación estadounidense. Aquella misma que, si vieron el video, Lessig critica por todas estas razones.

El mundo ya es otro, y la cultura, el sistema de producción y consumo, es también ya otro. Si seguimos pensando arcaicamente temas de propiedad intelectual, de protección, de incentivo a la creatividad, estamos condenados a crear obstáculos espantosos que nos sumirán en el tercermundismo hasta que nuestro país quiebre y sea comprado por uno más exitoso.

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