Mundo Light

February 19, 2008 – 5:50 pm

Hoy día, todo se puede conseguir en versión light. Incluso los productos más destructivos de la salud existen en versiones light, como la mantequilla, la mayonesa, y demás gustos de la vida posmoderna. Crecientemente está ‘in’ o en boga llevar un estilo de vida light, controlando lo que uno come, haciendo ejercicios, y consumiendo todos los productos que uno pueda en sus versiones light.

Pero el mundo de lo light es, me parece, algo muchísimo más complejo, y es un fenómeno que se entrecruza con múltiples otras dimensiones de nuestra vida. Porque lo que se encuentra detrás del mundo light no es sólo una voluntad creciente por vivir mejor, o de manera más sana; lo que se encuentra detrás es al mismo tiempo una forma de concebir el mundo, toda una ideología que se estira hasta abarcarlo todo. Si lo vemos desde un cierto punto de vista, la ideología de lo light es una forma de ver el mundo bajo la cual nosotros, los individuos que nos alzamos encima del orden natural de los acontecimientos, podemos mantener todos nuestros hábitos cuestionables sin tener que realizar ningún tipo de compromiso o sacrificio con algo que nos desafíe.

No me malentiendan, pues lo que hago aquí no es ninguna forma de moralina o de reproche porque no somos ascetas. El que quiera vivir una vida libertina y desmesurada, bienvenido sea (de hecho, me encuentro más con ellos que con los otros). Mi problema con lo light viene por otro lado. Mi problema viene por el lado de que hace las cosas tan fáciles, que dejan de tener sentido. Dejan de representar desafíos para las actividades cotidianas de las personas. La voluntad deja de significar absolutamente nada (si es que, claro, alguna vez significó algo medianamente discernible). Allí donde antes, por ejemplo, dejar de comer mayonesa significaba un esfuerzo consciente, un cierto esfuerzo de la voluntad y un compromiso con un objetivo, ahora simplemente se convierte en comer mayonesa light. La interpretación positiva de esto es que hoy la técnica nos permite mantener nuestros gustos eliminando las molestias. Pero aún si eso es cierto, eso no quita que, al mismo tiempo, lo que desarrollamos por medio de esto es un hábito de que nuestras decisiones dejen de tener importancia.

Un ejemplo claro de esto es uno que me robo de un amigo: en Israel, los McDonald’s venden comida kosher. Disculpen si no comprendo ni conozco nada de lo kosher, pero al margen de explicaciones estrictamente económicas para su existencia, lo kosher lleva adherido una serie de simbolismos religiosos en torno al sacrificio y la mesura. Es decir, se come comida kosher, pura, certificada, porque está librada de una serie de impurezas del mundo. Pocas cosas en el mundo son más impuras que McDonald’s, pero en el momento en que McDonald’s se vuelve kosher, automáticamente se elimina el problema. O al menos así parece. Pero al mismo tiempo, desde el punto de vista religioso, todo el sentido de dejar algo, del sacrificio, ha sido completamente eliminado de la ecuación, y el resultado parecería ser infinitamente más grave.

El asunto deriva en algo más o menos así: la ideología de lo light ha terminado por darnos una forma light de la ideología. Y es aquí donde una serie de fenómenos globales confluyen: el fin de las viejas grandes ideologías, la pérdida de poder de partidos de masas tradicionales, la atomización de los hábitos de consumo, y etc. La forma light de la ideología es una forma que nos permite no mantener ningún tipo de compromiso fuerte con nada, porque siempre podemos conseguir una alternativa light. Y comprando mayonesa light, cigarros light, gaseosa light, esto termina por extenderse a nuestra relación con todas las cosas en el mundo. Para qué escogeríamos una ideología política que requiera de nosotros compromiso, involucramiento, si podemos tener los mismos resultados con una ideología light. Y claro, uno podría argumentar que es precisamente allí donde nos hemos vuelto más fuertes: porque podemos tener los beneficios de antes sin los perjuicios que venían asociados.

Sin embargo, esto último no me convence. Porque, al mismo tiempo, ni es seguro que obtengamos los mismo beneficios sin el mismo compromiso, como tampoco es seguro que realmente eliminemos los perjuicios. Parecería, más bien, que lo único que hacemos es esconderlos debajo de la alfombra. Y mi problema con todo esto, de nuevo, no va por el lado del moralismo y de lo terrible que pueda ser que no nos comprometamos. Mi problema es que esto nos vuelve estúpidos, porque elimina progresivamente nuestra capacidad para tomar decisiones efectivamente. Elimina nuestra capacidad para formularnos objetivos, para comprometernos con proyectos y con planes, y por realizar cualquier tarea que requiera un ápice de esfuerzo de nuestra voluntad que no pueda reemplazarse por un sustituto light. En consecuencia, el maldito planeta será destruido porque, a pesar de todo, todavía no tenemos un “petróleo light”.

El problema de perder el compromiso en un mundo light, y el problema de la forma light de la ideología, es que en medio de todo ello las cosas empiezan a perder el sentido. Y como aún así, aunque reconozcamos que no hay un Gran Sentido a las cosas, siempre lo seguiremos buscando, empezamos a buscar en toda una serie de lugares extraños -y aparecerán los otaku, los fanáticos religiosos, los cocainómanos y las ninfómanas, entre tantas otras subespecies-, y nada de ello tiene nada de malo, excepto porque siempre habrán otros que querrán y podrán aprovecharse de esto. Es decir, todo el mercado global busca que no nos comprometamos con nada, ni siquiera con un producto (porque no compraríamos el siguiente), sino que simplemente flotemos comprando sentido a la existencia en cómodas cuotas mensuales. La cultura de la light, la ideología y la cosmovisión que la acompañan, no hacen sino difundir y cimentar esa creencia: la idea de que uno puede ser feliz, uno puede ser saludable, uno puede serlo todo sin que le cuesta nada, y sin tener que dar nada a cambio. No me molesta porque crea que uno debe sufrir para ser feliz, porque sea un existencialista francés o un cristianófilo en el clóset: me molesta porque no funciona, porque me parece un engaño en el que se cae fácilmente y porque, en consecuencia, la gente se vuelve idiota.

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  2. Feb 19, 2008: Apostar por lo irracional « Castor Ex Machina

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