Estimado Señor Curador, dos puntos

September 5, 2007 – 9:04 pm

No sé nada de Lacan, por si acaso.

Pero entiendo que hay un significante que falta, hay un elemento faltante, una pieza del rompecabezas que nos obsesiona y que perseguimos incesantemente. El famoso objeto del deseo, el  inalcanzables en torno al cual se articula todo discurso, toda pretensión de sentido.

Con un poco de suerte, nuestra vida se convierte en su persecusión, y con un poco más de suerte nos damos cuenta eventualmente de que no se trata de alcanzarlo, sino de perseguirlo. El lector perdonará el abuso de los clichés.

Mientras tanto, el objeto, la falta, la pieza, nos atormenta. El Gran Tornillo se nos anuncia subrepticiamente, en nuestros deslices, en nuestros sueños, nos tienta. En torno a él erigimos altares, siempre sin tocarlo, porque no podemos verlo, no podemos pronunciar su nombre. Nos desafía, nos empuja, y sin embargo no podemos evitar seguirlo buscando. ¿Existe realmente? Eso ni siquiera importa. Pero el Gran Tornillo del deseo se nos anuncia en situaciones específicas, y nuestra mejor apuesta es plantear las condiciones ideales para que aparezca brevemente, para que llegue como Fonzi a prender la rocola. Saturar las condiciones del sentido, de lo sensible, para alcanzar el sinsentido o lo insensible, romper con los límites del lenguaje para tentar la posibilidad de que haya algo más allá.

Señor Curador, aunque me suene un poco trivial, debo preguntarle por qué su exposición está enferma, y de qué es que debe curarla. Creo que debería empezar por plantearse esa pregunta, ya que parece identificar muchos síntomas pero no descubre aún la causa. ¿Mi humilde sugerencia, dice usted? Llévenos hacia el objeto de deseo. Sature las condiciones de sentido. Cuadros en una pared, un bonito cocktail, un escrito ilustrativo. Todo muy bonito, pero tengo que ser sincero de que, en términos existenciales, no nos sirve para nada.

¿Quiere usted llevarnos más lejos? Destruya los límites de nuestro lenguaje, de nuestro mundo, y transpórtenos a un universo paralelo, introdúzcanos en el lenguaje del artista, en su alma. Elimine las condiciones de sentido y reemplácelas por las palabras y los signos de sus pinturas, y que ellas sean las que no lleven a un conocimiento más profundo de nosotros mismos. Cómo se interpreta la obra, o siquiera si es interpretable, no es de importancia. Tampoco lo es que el autor nos revele la dimensión secreta detrás de sus pinturas, porque no la hay, y él tampoco la conoce. Si la conociera, no pintaría. En cambio, pinta porque algo se le escapa, y sus cuadros son el vano intento de atraparlo.

Señor Curador, mi humilde sugerencia. Su exposición no está enferma, pero ha equivocado usted el paciente. No es un texto, ni un cuadro, ni una muestra la que debe usted curar. Es a mí. Al público que persigue neurótica u obsesivamente al objeto de deseo, que busca al Gran Tornillo y que quiere construirle altares. Déme usted algo que amerite que yo siga hablando. Déme usted una experiencia que rompa con las experiencias conocidas, que me dé razón de contarlo a todo el mundo, anunciarle al mundo compulsivamente la manifestación del Gran Tornillo. Señor Curador, si quiere usted matar a la exposición, debe hacerla colapsar sobre sí misma, y hacerla exponer al ojo que mira. Vuélvala hacia adentro, hacia el espectador, conviértale en espectador activo, y confío que usted sabrá de lo que hablo.

En suma, señor Curador, cure usted a los realmente afligidos.

  1. One Response to “Estimado Señor Curador, dos puntos”

  2. Sé que la respuesta que se espera de mí debiera ser la muestra. Con ella comprometerte a ti, público afligido. Pero para serte sincero -y fregarnos juntos el día- no encuentro esas respuestas curativas/curadoras/curatoriales. Ando deambulando entre la crítica y la curaduría, teóricamente tan opuestas como Jacko y Atahualpa. Yo creo que debería ser escritor y músico de jazz. Pero, algo llama y no es la tierra. Las condiciones para la muestra que armaré en diciembre no son las perfectas para responderte. Curiosamente, en diciembre termino la carrera. Será momento de esperar, por más do it now que evoques. O no lo sé. Al final, la exposición debe ser más que sólo cuadros y textos. Pero yo sigo sin saber qué más debe ser. Hasta el momento, dinamizar los textos que se comunican con el cuadro y regresan a otro texto es todo lo que tengo. La clave está en Parker, lo sé. En Parker y en Cortázar. Perseguido y perseguidor…

    By Rodrigo on Sep 5, 2007

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